Los niños y niñas pasan gran parte del día jugando. En el colegio, en casa, en parques, solos o en compañía… pero, ¿conoces la enorme importancia que tiene el juego en su desarrollo?
El juego siempre ha estado presente a lo largo de nuestra historia, variando en función de la época y de la cultura. Esto es debido a una razón, no sólo usamos el juego como método de diversión o pasatiempo, sino que mediante el juego podemos conseguir que los niños/as aprendan y se desarrollen en todos sus ámbitos. Es una actividad necesaria para los seres humanos (incluidos los adultos), teniendo suma importancia en la esfera social, puesto que permite ensayar ciertas conductas sociales; siendo, a su vez, una herramienta útil para adquirir y desarrollar capacidades intelectuales, motoras o afectivas. Para que una actividad sea considerada “juego” hay que tener en cuenta una serie de aspectos que no podemos olvidar: el niño/a debe ser activo/a y libre, de carácter socializador y lúdico y sin necesidad obligatoria del uso de objetos, ya que en ocasiones sólo es necesaria la imaginación. Del mismo modo, el juego nos permite observar el estado evolutivo en el que se encuentran nuestros hijos/as (por ejemplo, la adquisición del juego simbólico alrededor de los dos años) y podemos usarlo para compensar, rehabilitar y solucionar posibles problemas.
Podemos clasificar tres ámbitos fundamentales que se pueden y se van a desarrollar mediante el juego:
1. Ámbito psicomotor: Desde muy temprana edad se realizan movimientos corporales de forma repetitiva e involuntaria, esto es debido a los reflejos innatos y al tono muscular. En el momento en el que los movimientos comienzan a ser voluntarios, va apareciendo una integración entre sensaciones y motricidad, que nos llevará poco a poco hacia la autonomía.
2. Ámbito de aprendizaje: A medida que se avanza en el paso anterior, se van creando unos esquemas de acción, que permiten al niño/a actuar de determinada manera ante determinadas situaciones. La asimilación de estos esquemas permitirá construir las estructuras básicas del conocimiento. Alrededor de los dos años ocurre un acontecimiento de suma importancia en el desarrollo infantil: la aparición del juego simbólico, que unida a un mayor dominio del lenguaje, va a estimular el desarrollo del pensamiento, con lo cual el aprendizaje a esta edad es muy significativo.
3. Ámbito social y afectivo: Mediante el juego vamos a afianzar relaciones de convivencia y tendremos contactos afectivos con los demás, ya sean iguales o adultos. Los individuos, a medida que van interactuando con otros, van desarrollando maneras de actuar que le serán esenciales para poder participar eficazmente en la sociedad. Éste ámbito es muy importante puesto que si somos capaces de usarlo como herramienta efectiva podrán aprender a compartir, cooperar entre sí, hacer las primeras amistades, etc.
Nuestro papel como adultos, padres y madres, será por tanto proporcionar a nuestros hijos/as las condiciones adecuadas para poder desarrollar todas estas características de manera adecuada. Para ello, buscaremos actividades que puedan combinar todos los ámbitos anteriormente descritos, siempre adaptándonos al momento evolutivo en el que se encuentren nuestros hijos, sin ser excesivamente directivos, combinando juego en solitario, con iguales (otros niños/as) y con nosotros. Proporcionándoles problemas que puedan ir resolviendo y, siempre que sea posible, ir creando nosotros mismos materiales y juguetes caseros, ya que así no solo el gasto es menor, sino que la satisfacción posterior es mayor, lo cual hace que éstos se motiven mucho más y el aprendizaje sea más completo.
“El juego es la forma más elevada de investigación” Albert Einstein
Laura Mezzo Iniesta, TSEI en educación infantil además de Especialista en TEA y atención temprana